despues de copiarlo enterito me he dado cuenta de que esta en inet.. pro bueno..

es de una revista que los del norte ya conocereis.. viene lso domingos con el correo aqui en bilbo. pro en aragon kreo k tb se reparte...

en fin, que a mi em ha encantado el articulo...

EL SEMANAL. Nº919.

Por Juan Manuel de Prada

TECNOSEXUAL PERDIDO

Estoy que trino. Llevaba un año entero esforzándome por convertirme en un irreprochable metrosexual, empresa que ha convertido mi vida en un purgatorio de abstinencias, y me entero de repente que las nuevas tendencias estéticas apuntan hacia otro estereotipo. Debo la revelación a u artículo firmado por Cyan, que esta revista publicaba hace un par de semanas: en él se nos describe al 'tecnosexual', un individuo <<narcisista y rubano>>, fascinado por la informática y, en general, por todo tipo de artilugios electrónicos. La lectura del artículo me ha dejado aplanado y como al borde del desguace: había llegado a concebir la quimera de que, confiando en mi vello corporal a la depiladora y sometiendo mi panza a una severa dieta, embadurnándome de potingues cosméticos y reprimiendo ciertas rudezas de mi carácter podría llegar a convertirme en un hombre megafashion. El requisito añadido de las habilidades tecnológicas, para alguien - como es mi caso - que aún no ha aprendido a programar su lavadora, se convierte en un obstáculo mas insalvable que la ascensión al Everest. Pero los grandes hombres se muestran en la dversidad: cuado ya estaba a punto de claudicar, he reunico fuerzas de flaqueza y me he lanzado a la carrera de la tecnosexualidad, dispuesto a darlo sopas con onda al mismísimo inspector Gadget.

james Bond, esa versión presuntuosa del inspector Gadget, es el modelo remoto del hombre tecnosexual, según se desprende de la doctrina evacuada por el gurú ricky Montalvo, quien mantiene una página web (www.technosexual.org) en la que se especifican las características que deben adornar el nuevo prototipo de masculinidad, y también la panoplia de adminñiculos sobre la que el aprendiz de tecnosexual debe fundar su atractivo. Así, por ejemplo, el tecnosexual debe contar con un GPS que le sirva a modo de brújula, no sólo en sus desplazamientos por caretera, sino también en sus paseos cotidianos. No importa que el tecnosexual conozca al dedillo el itineraro: el GPS debe funcionar a todo trapo desde que se levanta hasta que se acuesta, a ser posible con el volumen bien alto, para que las vecinas se derritan de puritita lujuria cuando baja a comprar el pan a la tienda de la esquina. También conviene que el tecnosexual incorpore a su atuendo uno de esos chalecos que parecen blindados, con profusión de bolsillos a la altura del pecho, en los costadosm incluso en la espalda, para poder embaular sus mil y un adminículos: además del GPS vociferante, no debe faltar en su equipo uno (o, mejor, varios sonando al unísono) de esos teléfonos móviles con conexión a internet, cámara de vídeo, sacacorchos, lima de uñas y espejito detector de espinillas y forúnculos; tampoco una agenda electrónica extraplana con memoria suficiente para compendiar la lista inabarcable de sus amantes, un ordenador personal liliputiense, una cámara digital, un minidisc, una Play Station, etcétera. por supuesto, el tecnosexual debe tender a adquirir aparatos que fusionen todas estas utilidades (lo tecnosexual, si es multiusos, resulta doblemente tecnosexual), pero tampoco conviene que se note que algunos bolsillos del chaleco están vacios: para evitar esta impresión desoladora, el tecnosexual puede abastecerse de aparatos menos cool, adquiridos en la ferretería de su barrio, que le sirvan de relleno (un ventilador portátil, un secador de pelo plegable, un transformador eléctrico, una batería de automóvil), cuidando de no mostrarlos mucho, para que no lo confundan con un chamarilero. Recordemos que la tecnosexualidad vive, sobre todo, de apariencias; lo importante es cargarse de artilugios, aunque sean rebanadoras de patatas o marcapasos averiados.

Naturalmente, el atuendo del tecnosexual no será completo si no se adereza con un reloj ancho como un grillete, con barómetro, anemómetro, veleta y detector de feromonas incluidos, que le indique simultáneamente la hora de Madrid, Londres, Nueva york, Tokio y Tnanaribo. Y - last but not least - unas gafas con montura de titanio y cristales irisados que incorporen en las patillas unos dispositivos MP3, para que el tecnosexual pueda descargarse en las orejas sus canciones favoritas (si el tecnosexual padece de sordera, puede sustituir los dispositivos MP3 por sonotones convenientemente camuflados, siempre que de vez en cuand finja que sigue el ritmo de una música imaginaria). La tecnosexualidad quizá no sea la pancea del ligoteo; pero al menos estimula la libido de los detectores de metales. El estruendo de las alarmas alborotadas a su paso excita al tecnosexual más que el encendido piropo de una doncella; de ahí que siempre se le vea merodeando aeropuertos y edificios inteligentes. Cada uno se consuela como puede.

www.clubelsemanal.com/prada