Hace unas semanas, Apple presentó un nuevo portátil con un único conector USB 3.1 con conector tipo C y varios medios aprovecharon el tirón para comentar las bondades del nuevo USB. Sin embargo, no deberíamos olvidar que el USB 3.1 y el conector tipo C no son la panacea, que además de sus pros también tienen sus contras:
  • Velocidad: teóricamente llega a 10 Gbps. Sin embargo, es posible que en la práctica sea inferior (como ocurre con las versiones anteriores). De todas formas, hoy en día pocos periféricos pueden beneficiarse de tal velocidad, y pasará algún tiempo antes de que lo llevemos al límite.
  • Retrocompatibilidad del tipo C: o más bien pseudo-retrocompatibilidad, pues sólo se da en el lado del host, es decir, que un dispositivo USB 2.0 funciona en un host USB 3.1 tipo C mediante un adaptador, pero un dispositivo USB 3.1 tipo C no funciona en un host USB 2.0.
  • Cables activos: mucho se reprochó a Apple por incluir chips en sus cables. Pues bien, el nuevo USB no sólo contempla su uso, sino que lo hace obligatorio para poder aprovechar todas sus características, dejando la puerta abierta a que los nuevos dispositivos "exijan" cables de su misma marca, ya que el cable activo no sólo transmite un ID, sino también mensajes definidos por el proveedor.
  • Energía: si bien lo correcto sería que datos y alimentación fueran por separado para evitar interferencias entre ellos o que un defecto en el cable o en el puerto "inyecte" una tensión peligrosa en una entrada o salida de datos, con el USB 3.1 tipo C han apostado por subir hasta 100W de potencia a costa de elevar la tensión a 20V (si no, los cables serían tan gordos como los que llegan hasta los enchufes). Pero el problema no es ése (pues para garantizar la retrocompatibilidad también suministra 5V), sino que para ello se ha separado la alimentación en 4 vías. Si una de estas vías falla, el dispositivo podría funcionar de forma errática (por ejemplo, reiniciándose cada vez que aumenta su consumo, o quedándose la recarga de la batería estancada en un porcentaje por debajo del 100%). Por no mencionar el grave problema que supondrán los cables chinos que en lugar de llevar los 4 pares de alimentación, opten por usar uno, uniendo todos los pines en cada conector. Aunque utilicen un par de cables con una sección equivalente, si alguno de los pines en el conector se parte, se corre el riesgo de sobrecargarlo, lo que ocasionaría que se recalentara (básicamente, es lo mismo que ocurriría si en tu casa le cambias a la vitrocerámica su enorme enchufe de 25A por el enchufe de una lámpara).
  • Reversibilidad del tipo C: lo único que se me ocurre es preguntar "¿en serio hacía falta?". A poco que usemos nuestros aparatos con regularidad nos aprendemos en qué dirección van sus conectores. Y cuando usamos aparatos ajenos, si fallamos a la primera tampoco se tarda tanto en darle la vuelta y volver a probar (¿5 segundos? Yo creo que incluso menos. Aún así, el aparato no es una bomba de relojería; le da igual si tardamos medio segundo o media hora).
  • Puerto y conector más pequeño: puede parecer más práctico, pero lo que ocasiona la reducción de tamaño es que a la larga causen más problemas. Con el uso, será más propenso a que el puerto ceda y el conector se caiga solo, será más propenso a que la lengüeta central del puerto se parta en caso de golpe o tirón, será más propenso a que los pines se den de sí o se rompan si entra un cuerpo extraño...


De todas formas, sólo el tiempo dirá si apostar por el USB 3.1 tipo C es buena idea o un craso error.